CASTELLANO

 

La vaca y la isla

En una isla exhuberante de verdor vivía una vaca en soledad. Pastaba allí hasta la caída de la noche y así engordaba cada día. Por la noche, al no ver ya la hierba, se inquietaba por lo que iba a comer al día siguiente y esta inquietud la dejaba tan delgada como una pluma. Al amanecer, el prado reverdecía y ella se ponía de nuevo a pacer con su apetito bovino hasta la puesta del sol. Estaba de nuevo gorda y llena de fuerza. Pero, en la noche siguiente, volvía a lamentarse y a adelgazar. Por mucho tiempo que pasara, nunca se le ocurrió que el prado no disminuía y que no tenía por qué inquietarse de aquel modo.

Tu ego es esta vaca y la isla es el universo. El temor del mañana adelgaza tu vaca. No te ocupes del futuro. Más vale mirar el presente. Tú comes desde hace años y los dones de Dios, sin embargo, no han disminuido nunca.

 

El alivio

Un día, habiendo entrado en éxtasis, un sufi desgarró su túnica. Llamó a este vestido FERRACE (alivio). Esta denominación hizo fortuna y todos quisieron llevar tal vestido, pero sólo el precursor conoció el alivio. La multitud, por su parte, sólo tuvo el poso del vino. Una cosa puede ser pura en su interior; pero el nombre de la cosa es como el poso del vino para los seguidores. Si realmente deseas conocer la verdad, desgarra también tu túnica y conocerás el alivio. 

Sufí es el que busca la pureza. ¡No creáis que es cuentión de atavío o asunto de sastre!

 

Del libro de ed. Paidós "150 cuentos sufíes" extraídos del Matnawi de RUMI